Feronoticias

Sobre el enredo científico y comercial de las feromonas

Si realmente los humanos fuéramos receptivos a esos mensajeros químicos aerotransportados que llamamos feromonas, algo especial deberíamos percibir en este ambiente de resaca navideña y furor de rebajas. Y es que en la exitosa industria del perfume se ha infiltrado, con todo el glamour que otorga la ciencia, una nueva generación de fragancias “con feromonas” que añaden al placer olfativo la no menos interesante propiedad de despertar el deseo sexual. Eso es al menos lo que se vende en sitios de internet como erox.com, naturalattraction.com, atractivosexual.com y elsextosentido.com. “No es magia, es ciencia”, se dice, aprovechando el eco periodístico que han tenido algunas investigaciones sobre el órgano vomeronasal y las feromonas en animales y su posible existencia en humanos. Desde el New York Times a los diarios y revistas españoles, los principales medios de comunicación han abordado las feromonas humanas suscitando unas expectativas ilusorias y desproporcionadas que están aprovechando algunas empresas para vender sus perfumes. La verdad es que algunos investigadores andan entusiasmados con la idea de descubrir en el hombre un sexto sentido mediado por feromonas, que podría arrojar luz sobre sucesos tan enigmáticos como el amor a primera vista o la sincronización de la menstruación en mujeres que viven juntas. La existencia de feromonas humanas abriría, además, interesantes posibilidades terapéuticas, un asunto en el que anda especialmente empeñado David Berliner, profesor de anatomía en los cincuenta, investigador enriquecido en la industria farmacéutica después y ahora empresario entregado a la causa del descubrimiento y comercialización de feromonas humanas a través del sus compañías Erox y Pherin.

La idea de que el hombre tiene una sexta ventana para percibir el mundo a través de feromonas se baraja desde hace tiempo y es, sin duda, seductora. Pero, ¿existen de verdad feromonas humanas? La revista Nature, en uno de los cuatro artículos publicados sobre el tema (Regulation of ovulation by human pheromones, del 12 de marzo de 1998), llegó a decir que “aportaba la prueba definitiva de las feromonas humanas”. Para otros investigadores, sin embargo, “la existencia de las feromonas humanas, normalmente asociada al órgano vomeronasal, se ha convertido en la serpiente de cada verano. En ocasiones, se vincula a las feromonas, de forma imprudente, con la sexualidad humana. Sin embargo, no hay base científica que respalde con suficiente rigor dichas asociaciones”, escriben en neurobiólogo Didier Trotier, de la Universidad de París, y el fisiólogo Kjell Doving, de la Universidad de Oslo, en un reciente número de la revista Gehirn & Geist (publicado en el número enero de 2004 de la versión española Mente y Cerebro). De momento el órgano vomeronasal humano parece un vestigio evolutivo sin ninguna función y las feromonas humanas, de cuya existencia no hay todavía pruebas concluyentes, son más humo o perfume que otra cosa.


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