Primogenitura

Sobre el orden de nacimiento y el cociente intelectual

[divider_flat] La condición de primogénito impone derechos y deberes en casi todas las culturas, en algunos casos de forma tan ostensible y con diferencias tan notables entre el primer hijo y los demás hermanos que rayan la injusticia. Ahora que, al menos en los países desarrollados, abundan los hijos únicos (primogénitos y benjamines a la vez) y la primogenitura se ha diluido en las leyes y costumbres, esta condición biológica y social vuelve a incordiar de la mano de ese fetiche inventado por los psicólogos a principios del siglo pasado: el IQ o cociente intelectual (la puntuación en los test de inteligencia). Y todo porque un estudio publicado ahora en Science parece corroborar una vez más algo tan controvertido y complicado de explicar como es que la primogenitura aporta un plus de inteligencia respecto al segundo y sucesivos hermanos.

El interés por la relación entre el orden de nacimiento y la inteligencia se remonta a la obra English Men of Science (1874) de Francis Galton, quien encontró más primogénitos en puestos prominentes de los que cabría atribuir al azar. Numerosos estudios desde entonces han establecido con mayor o menor contundencia que los hermanos mayores puntúan más alto en los test de inteligencia que los demás hermanos, aunque algunos investigadores afirman que todo es un artefacto. El asunto ha sido ampliamente debatido y las diversas hipótesis pueden resumirse en dos tipos: las que atribuyen la diferencia a factores gestacionales y las que la atribuyen a los distintitos estímulos e interacciones familiares que pueden recibir los hermanos según su orden. El estudio de Science, realizado por los epidemiólogos Petter Kristensen y Tor Bjerkedal a partir de los test de inteligencia realizados a 240.000 varones noruegos de 18 y 19 años cuando fueron llamados a filas, muestra que los primogénitos tienen, de media, un IQ 2,3 puntos superior al del segundo hijo (103 y 100,7). La amplitud de la muestra y la disponibilidad de datos sobre las familias de los jóvenes ha permitido a los investigadores ir más allá y obtener algunas otras conclusiones. Una de ellas es que los primogénitos que son hijos adoptados también tienen un IQ más alto; otra conclusión es que en las familias en las que muere el primogénito el segundo tiene un IQ como si lo fuera.

Los datos del estudio de Kristensen y Bjerkedal indican que la mayor inteligencia de los primogénitos es una cuestión más de orden social que de orden natural. Una posible explicación, como apunta el psicólogo Frank J. Sulloway en la misma revista, es que el primogénito desarrolla mejor sus habilidades intelectuales al actuar como tutor de su hermano pequeño. Pero esto es sólo una hipótesis, como lo es también el atribuir la diferencia a una dilución de los recursos económicos familiares destinados a la educación conforme aumenta el número de hijos. En cualquier caso, no hay que olvidar que estamos hablando de una variación mínima de una entelequia como es el IQ, que trata de medir algo tan plástico y poliédrico como la inteligencia.


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