Sobre los nuevos propósitos del año nuevo
[divider_flat] Por si no fueran suficientes los pequeños o grandes empeños de cada día, con el cambio de año quien más quien menos se hace una lista, no necesariamente por escrito, de buenos propósitos. Los deseos de año nuevo, llámese dejar de fumar, hacer ejercicio físico, ponerse a dieta u otros más íntimos, son la prueba inequívoca de que existe el futuro –una convicción que declina con la edad– y del afán de superación. La razón de que en muchos casos estas intenciones se esfumen con el tiempo se suele atribuir a la falta de voluntad, pero esto es un argumento muy burdo para las mentes inquisitivas que quieren plantearse en términos científicos qué es eso de la voluntad y cómo se fortalece.
La fuerza de voluntad pasa por ser como un músculo, que se entrena y pone a punto como la masa muscular. Pero en realidad es algo mucho más esquivo cuando se trata de observar. La voluntad es mucho más que la atención, el poder de concentración y otras capacidades mentales fácilmente mensurables; tampoco es exactamente el autocontrol, porque tiene que ver además con la determinación, con los valores y con las intenciones, conceptos todos ellos que resultan esquivos para la neurociencia. Incluso para las técnicas de neuroimagen funcional el músculo de la voluntad resulta invisible, puesto que con estas nuevas herramientas sólo puede verse lo que tiene base anatómica o se sustenta en un paradigma bien establecido. Hay, sin embargo, investigadores que no se dan por vencidos fácilmente y se han propuesto acosar a la voluntad. El grupo de Brandon Schmeichel y Roy Baumeister cree que la fuerza de voluntad no es una metáfora y que el autocontrol está relacionado con el suministro de glucosa al cerebro, como indican en su artículo Self-control relies on glucose as a limited energy source: willpower is more than a metaphor, publicado este año en el Journal of Personality and Social Psychology. En este trabajo muestran que una conducta que exige un cierto grado de autocontrol reduce la glucosa en sangre, que este menor nivel de glucosa predice que en una tarea posterior habrá menos autocontrol y que esta menor capacidad se puede compensar con una bebida glucosada.
En otros estudios se ha relacionado también el ánimo positivo y la risa con una mayor fuerza de voluntad. Pero esto, en realidad, tampoco prueba gran cosa, del mismo modo que reconocer la necesidad de glucosa para cualquier función cerebral es casi una obviedad. La capacidad de una persona para superar obstáculos o dificultades o para cumplir con sus obligaciones, como se define la fuerza de voluntad, tiene que ver con la historia personal del individuo y sus aspiraciones. La glucosa puede ayudar y quizá la voluntad pueda reforzarse en el futuro con fármacos. Pero, hoy por hoy, la mejor manera de llevar a buen términos los nuevos propósitos es planteárselos en pequeñas dosis, a medida de las propias fuerzas y, lo que no es menos importante y más difícil de averiguar, en consonancia con lo que a uno de verdad le interesa en la vida.
Deja una respuesta