Sobre el necesario análisis de las informaciones médicas en la prensa y en internet

El crecimiento impresionante del espacio dedicado a la medicina en la prensa española queda bien patente en el recién publicado Informe Quiral de 1999. Este análisis de los textos publicados en El País, ABC, El Mundo, El Periódico de Cataluña y La Vanguardia en 1999 arroja un balance de 11.135 textos de salud. En 1998, la cifra global fue de 8.706 y en 1.977, de 5.984, lo que indica que en dos años prácticamente se ha doblado el número de noticias, reportajes, artículos de opinión y demás textos periodísticos. El aumento es ciertamente llamativo, pero falta perspectiva temporal para hablar de tendencias y analizar las causas y consecuencias de este bombardeo masivo de noticias de salud, pues el Informe Quiral, que realiza el Observatorio de la Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona con el patrocinio de la Fundación Privada Vila Casas, sólo tiene cuatro ediciones. Si se consideran además la radio y la televisión, principales fuentes informativas para muchos ciudadanos, y la ventana al mundo médico que nos ha abierto un medio tan poderoso aunque todavía minoritario como es internet, resulta efectivamente que la información médica es no sólo creciente sino explosiva y apabullante, pero el análisis de la calidad de la información y de su impacto en el receptor se complica.

Por lo que respecta a la prensa, sin duda el medio más fiable y riguroso, el Informe Quiral, que «se define como la monitorización sistemática de los textos publicados en los cinco diarios generales de mayor difusión en España con relación a la salud, la medicina y la sanidad», constata la existencia de dos patrones que marcan las líneas generales sobre cuánto, cómo y de qué se escribe. A saber, un patrón de interés «agudo» hacia temas calientes y coyunturales, como puede ser ahora las listas de espera, y otro de interés «crónico» hacia aquellos temas intemporales o si se quiere de casi permanente actualidad, como son el cáncer, el sida o el tabaquismo. Los temas que se ajustan al patrón agudo (en 1999, los principales fueron «las dioxinas belgas» y «las intoxicaciones por Coca-Cola», «las  infecciones hospitalarias» y «el conflicto entre los MIR y los MESTOS») suponen una acumulación de textos en un corto periodo de tiempo, con grandes titulares, artículos de opinión y un tratamiento de la información menos riguroso; los textos que se encuadran en el patrón «crónico» se distribuyen homogéneamente a lo largo del año y suelen estar mejor documentados. Entre los resultados del Informe Quiral 1999, interesa especialmente el que se refiere a las fuentes de información de los textos: un 40% son «voces expertas»; un 30%, declaraciones directas procedentes de instituciones; un 15%, agencias, y otro 15%, revistas científicas.

Está claro que internet está pidiendo ya una especie de Informe Quiral. Pero más allá del medio y su análisis cuantitativo, las noticias de salud y la salud como noticia reclaman reflexión sobre algunas cuestiones: ¿Responde este aumento de las informaciones médicas a un interés del lector o a otros intereses más o menos encubiertos? ¿Hasta qué punto las revista médicas publican artículos y utilizan luego su poderosa maquinaria de comunicación que son los press releases embargados para salir en la prensa? Falta por esclarecer, por ejemplo, qué temas de salud interesan más y a quién. ¿Sólo a los pacientes o familiares con tal o cual enfermedad?  Lo que está claro es que una noticia médica, sobre todo si aparece en un periódico serio, es a menudo una recomendación para modificar el propio estilo de vida y a veces casi una orden. Probablemente no sobren noticias, pero sobran informaciones poco rigurosas, sobran recomendaciones precipitadas y, sobre todo, sobran órdenes.  Aunque vengan de Nature o The Lancet.


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